miércoles, 20 de mayo de 2009

El Caballero de León y La Dama de la Fuente

El Caballero de León conserva en sí misma un lenguaje que envuelve en su magia la sutileza y el encanto; La Dama de Fuente es una especie de resumen que finaliza con un “Y este cuento es el llamado Cuento de La Dama de la Fuente.” El Caballero de León no es un cuento, es una novela de Caballería con todos sus aspectos característicos de la Literatura Medieval, pero en esta versión de La Dama de la Fuente lo convierten en un cuento por su brevedad, a simple vista se podría considerar similar, y como comenté anteriormente; una especie de resumen, donde con un leve rastreo en la memoria la asociación de fragmentos pudiesen engañar al pensar que se dice lo mismo cuando al compararlos textualmente citándolos se ve la riqueza del lenguaje en la obra de Chretién de Troyes.


Owein es nuestro Caballero de León; mi señor Ivain, son ciertos los aspectos que se cambian en el relato de La Dama de la Fuente puesto que estas historias trascienden en los tiempos y se van descontextualizando con ciertos cambios, en el punto práctico se convierte en un cuento.

Algo curioso es la referencia de imagen en La Dama de la Fuente; los brocados amarillos, los trajes de casi todos los personajes, inclusive de las doncellas parecen ser del mismo amarillo, la única diferencia que pudiese encontrar en otra descripción que no coincide con tal descripción es el traje del Caballero que cuida de la fuente porque incluso Owein o Ivain se viste de negro. En Cambio en la novela del Caballero de León se ve la variación de colores.


La sutileza del lenguaje en El Caballero de León es lo que hace que detalle a detalle no haya despiste en el seguimiento de la lectura, a pesar de su nivel de detalle no se torna escatológico; por ejemplo colocaré un fragmento de la lucha de Owein con el Caballero de Negro de La Dama de la Fuente:


“Pronto Owein le dio al caballero tal golpe que le atravesó el yelmo, el bacinete y el almófar y alcanzó la piel, la carne y el hueso hasta el cerebro.”


Este mismo acontecimiento en El Caballero de León:


“Al fin, mi señor Yvain desgajó el yelmo del caballero, que quedó aturdido y descalabrado; le entro pavor por golpe tal mortal como nunca había recibido; bajo la cofia de hierro, hendido el cráneo, le salía el cerebro, tiñendo con sangre las mallas de su brillante loriga.”


Se está relatando la misma situación pero se nota la diferencia de uno con el otro.

Otra comparación de La Dama de la Fuente:


“Dejaron entrar al Caballero Negro, pero hicieron caer sobre Owein el rastrillo, que alcanzó el arzón trasero de la silla, de modo que partió el caballo en dos, arranco rosetas de las espuelas de Owein y sólo se detuvo en el suelo. Fuera quedaron las rosetas de las espuelas y un trozo del caballo y Owein con el resto del caballo entre las dos puertas.”


En El Caballero de León esta situación está expresada así:


“De no haberse doblado hacia delante, pronto hubiese quedado hendido de parte a parte, pero este lance de fortuna le salvó la vida porque sucedió que el caballo pisó la viga que sostenía aquella puerta de hierro; como un diablo infernal, se abate la puerta y cae partiendo todo de un tajo, pero sin mayor daño, pues no toco a mi señor Yvain, sino que fue a caer rozándole la espalda, de tal suerte que le rajó ambas espuelas a ras de los talones.”


En mi opinión particular mi versión por predilección es El Caballero de León, por su exquisito lenguaje, es mágico, lo hace más denso pero eso es la esencia de la novela.


Br. Diana G. Arguinzones V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario